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La Salvación Nacional entre Álvaro Gómez Hurtado y Nicolas Gómez Dávila

Eduardo Caicedo opinion

‘La gran equivocación del Presidente de la Republica ha consistido en no encontrar juez capaz de crear en torno de su inocencia una credibilidad suficiente que contrarreste las evidencias que tiene en su contra.’"


Escribía Álvaro Gómez Hurtado en su editorial del 2 de octubre de 1995 en el periódico El Nuevo Siglo, un mes antes de su vil asesinato, en una de sus tan sonadas críticas al Expresidente Ernesto Samper, para posteriormente, el 23 de octubre, ir a la yugular en su editorial escribiendo:


‘‘Nosotros lo hemos señalados muchas veces: hay que tumbar al Régimen. Esto parece una invitación a que se empleen las vías de hecho. No es ese nuestro propósito. La caída del Régimen puede no ser súbita sino por un progresivo debilitamiento. Hay que crear una solidaridad nacional en torno del anhelo de realizar un cambio global, en el cual la voluntad de salvación sea el móvil colectivo predominante…’’


¿Es hora de tumbar al Régimen? ¿Es hora de salir de Uribes, de Santos, de Gavirias, de Lleras, de Lopez, de Barreras, de Benedettis, de Cepedas, de Petros? Y aunque la respuesta sea rotundamente afirmativa, tal vez desde hace mucho tiempo, la sociedad colombiana no fue capaz de hacerlo con Samper, con toda la capacidad para hacerlo.


¿Qué lo haría diferente ahora? ¿La autodestrucción del antiguo Régimen causado por el uribismo? ¿La imposición de un nuevo Régimen a causa del Petrismo? Y aunque esta pregunta sea mucho mas compleja de contestar, lo cierto es que la incultura predominante del fanatismo político ciego permite ponderar posibles escenarios.


El Centro Democrático, el apéndice del partido Liberal que atrapo a muchos incautos entre sus garras como cualquier secta protestante, donde su nada comprensible pensamiento político, dirigido por exmiembro de colectividades de izquierda, confluyen con autodenominados ‘‘lideres de derecha’’, pero que para Nicolas Gómez Dávila no sería más que un lodazal donde ‘‘DOS seres inspiran hoy particular conmiseración: el político burgués que la historia pacientemente acorrala y el filósofo marxista que la historia pacientemente refuta’’ (EI, 208e).


Álvaro Uribe Vélez, el que fuere el Samperista número uno en Antioquia, el que blandió orgullosamente las banderas del Partido Liberal en ese departamento, el que le dio sus banderas al siempre liberal y socialista Juan Manuel Santos, hoy cual pastor protestante semi endiosado, no ha hecho más que ponerle palos en la rueda al reaccionarismo en contra del Régimen Antiguo y al Régimen Nuevo: Desmovilizo a la oposición sobre el acuerdo de la Habana que hizo firmar su pupilo, haciendo irrespetar el NO del plebiscito, mediante jugadas de tahúr silencio a innumerables políticos conservadores y los entrego como sacrificios para limpiarse las espaldas.


Véase a Sabas Pretelt con la Yidis política que solamente favoreció a la relección de Uribe Vélez, y a Andres Felipe Arias con Agro ingreso Seguro que solo ayudo a los amigotes de Uribe Vélez, ¿Qué le imputan a Petro con sus escándalos ministeriales, si con Uribe Vélez guardaron silencio absoluto? ¿No es sino anarquía bilateral de un Régimen hacia otro? Ya lo decía Gómez Dávila: ‘‘La historia muestra dos tipos de anarquía: la que emana de una pluralidad de fuerzas y la que deriva de una pluralidad de debilidades’’ (NEII, 170c).


Hoy la tendencia ‘‘libertaria’’, ampliamente divulgada utilitariamente por María Fernanda Cabal y otros dentro del Uribismo, así como la imposición de esta a toda la ‘‘oposición’’, fue la causante de que en el siglo XX en Colombia se acogiera el Socialismo como arma en contra del conservadurismo, y la graciosa acogida ignorante de estas ideas en el ideario moderno como contraposición a la ‘‘izquierda’’, hija finalmente del liberalismo, solo da una vistazo de la situación tan grave a la que nos enfrentamos aquellos que no estamos ciegos a la realidad de nuestros días, ya lo decía también Gómez Dávila: ‘‘La mentalidad liberal nunca entiende que los horrores que la espantan son el envés de las falacias que admira’’ (NEI, 14c).


¿Cómo solucionamos todo este vil oxímoron? El Régimen antiguo, del que viven los lentejos conservadores hambrientos por puestos, y los liberales anacrónicos sedientos de recursos públicos, vive de la contradicción que sobrevive en la sombra del nuevo Régimen: El de Petro, el del camino oscuro y lesivo hacia el totalitarismo del burgués de izquierda y la complicidad silenciosa del burgués de derecha.


Álvaro Gómez Hurtado hablaba de la salvación nacional, muy distante del ideario del partido con nombre análogo, como la lucha desde la Grandeza de las ideas, a la minuciosa cautela de los políticos, donde ‘‘hay que crear una solidaridad nacional en torno del anhelo de realizar un cambio global, en el cual la voluntad de salvación sea el móvil colectivo predominante’’ y finalmente también lo decía Gómez Dávila: ‘‘La salvación social se aproxima cuando cada cual confiesa que sólo puede salvarse a sí mismo. La sociedad se salva cuando sus presuntos salvadores desesperan.’’ (EI, 117b).

 

Columna de opinión

Eduardo Caycedo

La Reacción Prensa


General Matamoros

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