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Foto del escritorWilliam Stiven Rojas Rincon

La política colombiana rumbo al 2026

Silverio Herrera opinion

En nuestra Colombia de hoy, la política política colombiana rumbo al 2026, parece haberse convertido en un teatro de operaciones para fuerzas enfrentadas y oportunismos estratégicos, donde los diferentes partidos tradicionales de derecha enfrentan una implosión que amenaza su cohesión y credibilidad, mientras que la desgastada y desacreditada izquierda, con una estrategia bien calculada, acecha para ocupar los espacios vacíos. Los cuasi nuevos partidos independientes, y otros actores recién aparecidos en el panorama, completan este cuadro o más bien este   “circo” político donde, más que ideas, priman las alianzas convenientes y las jugadas maquiavélicas.


La Derecha: Entre el Desgaste y la Fragmentación


Los partidos de derecha en Colombia se encuentran en un momento crítico, marcado por divisiones internas y una falta de liderazgo unificado. Las antiguas estructuras partidarias que antaño garantizaban cierta estabilidad ideológica hoy están sumidas en pugnas internas, muchas de ellas originadas por egos en disputa y falta de consenso en temas clave. Algunos líderes tradicionales han perdido conexión con las bases, mientras que otros intentan, sin mucho éxito, renovar el discurso de sus partidos. Lo anterior no hace mas que dejar un mal mensaje para el elector primario en este mar de desesperanza actual en que vivimos.


A esto se suma un fenómeno que parece estar desgastando aún más la imagen de la derecha: el rechazo de sectores importantes de la sociedad hacia los escándalos de corrupción y clientelismo que salpican a ciertos dirigentes. Esta percepción de que la derecha representa los intereses de unos pocos y los vicios del sistema político colombiano ha generado descontento entre votantes que alguna vez la apoyaron incondicionalmente. La campaña electoral del 2026 será una prueba de fuego para los partidos de derecha, quienes necesitarán recuperar la confianza o más que eso, la credibilidad del electorado o enfrentar el riesgo de una irrelevancia prolongada.


La Estrategia Maquiavélica de la Izquierda: Conquistar el Centro


En el otro extremo, la izquierda ha sabido jugar su carta con una estrategia cuidadosamente diseñada. Lejos de adoptar posturas extremistas que podrían alienar al centro, la izquierda ha optado por un discurso más conciliador, buscando presentarse como la única alternativa “popular” y “progresista” que Colombia necesita. Esta es una jugada que ha logrado ganar simpatizantes entre jóvenes, clases populares y aquellos que sienten que el sistema tradicional los ha abandonado. Aprovechando las divisiones de la derecha y el descontento social, la izquierda ha logrado reposicionar su narrativa, destacando propuestas sociales que, aunque ambiciosas, prometen atacar problemas estructurales como la pobreza, la educación y el empleo. Lo que se da a entender es que han aplicado al detalle aquello de que “el fin justifica los medios “.


El actual gobierno de izquierda ha tenido su cuota de éxitos y fracasos, pero en términos de estrategia electoral, ha sabido usar el poder de la maquinaria estatal para ganar adeptos. Con una serie de políticas que, aunque no siempre efectivas, le han permitido construir una base de apoyo considerable en regiones que antes eran bastiones de la derecha. La izquierda se proyecta como una opción más “democrática” e “inclusiva,” aunque las realidades económicas y la incapacidad para cumplir muchas de sus promesas comienzan a levantar críticas. Con lo anterior no doy a entender mi aceptación a este sector, solo hago un análisis real, critico, objetivo e imparcial.


Independientes y Nuevos Actores: Oportunismo y la Promesa del Cambio


A medida que los partidos tradicionales se fragmentan y la izquierda consolida su base, un tercer grupo de actores surge en el panorama político: los independientes y aquellos recién llegados al escenario nacional. Este es un espacio que atrae a los votantes desilusionados de ambos lados, ofreciendo una alternativa al desgaste de la derecha y a la radicalización de la izquierda. Con discursos frescos, algunos de estos candidatos se presentan como la opción del “cambio real” para Colombia.


Sin embargo, muchos de estos proyectos adolecen de propuestas claras y de una identidad ideológica sólida, lo que hace que su atractivo sea, en muchos casos, oportunista y voluble. En pocas palabras es el espacio propicio para aquellos que llegan con imagen de ovejas, caras bonitas, adalides de la paz, la seguridad y … (recuerden lo que paso en la campaña con el hoy finado ex candidato, ese debe ser el espejo).


Es aquí donde el riesgo de la superficialidad entra en juego: muchos de estos independientes recurren a un discurso lleno de promesas sin sustancia, apelando al descontento social sin presentar soluciones estructurales. El peligro radica en que, en una campaña marcada por las redes sociales y los medios de comunicación, estos “outsiders” pueden captar una base considerable sin estar realmente preparados para asumir el gobierno, perpetuando así el ciclo de gobiernos ineficaces e improvisados. Aquí entra en juego lo nuevo de la política, la participación activa de influencer´s, tik toqueros, y por qué no decir también los bodegueros, los hay en todos los grupos sin excepción.


¿Una Realidad Política Dividida o una Estrategia Conjunta?


Lo que podría parecer una pugna de ideologías y propuestas divergentes, en realidad, también podría ser visto como una estrategia conjunta para mantener el statu quo. Tanto la derecha como la izquierda han logrado mantenerse en el poder de manera alternada sin que se produzcan transformaciones profundas en el sistema. La aparente división entre estos sectores oculta, en ocasiones, un acuerdo tácito para sostener estructuras políticas que, independientemente del color del partido, preservan los intereses de las élites.


La izquierda, que se presenta como alternativa al sistema, se encuentra ahora en el poder y enfrenta la misma inercia que antes criticaba. La derecha, por su parte, juega con el miedo al “socialismo” o “populismo,” sin ofrecer soluciones que realmente desafíen las estructuras que perpetúan la desigualdad y la corrupción. En este contexto, los independientes se convierten en una especie de válvula de escape, absorbiendo el descontento social mientras las estructuras de poder tradicionales permanecen intactas. Concluyo para este grupo, con un ¡cuidado ¡no vaya y sea que la cura sea peor que la enfermedad.


El Desafío del Votante Colombiano en 2026

Con este nutrido y complejo tablero político, la responsabilidad recae sobre el votante colombiano, que al final es quien enfrenta el desafío de diferenciar entre promesas vacías y propuestas reales. La elección del 2026 representará un momento decisivo para el país, en el que los ciudadanos tendrán que decidir entre la continuidad de los modelos tradicionales y la búsqueda de una opción realmente transformadora.


La pregunta es si estos nuevos candidatos serán capaces de demostrar que están preparados para liderar el país, o si simplemente se sumarán a la lista de gobiernos ineficaces que Colombia ha visto pasar en las últimas décadas. Por favor Colombia necesita ya un presidente de verdad, acompañado de un grupo de políticos de todos los partidos que actúen con sensatez, coherencia, decencia, honestidad y patriotismo, no volvamos a elegir a los mismos con las mismas que no han hecho nada a lo largo de los años.


Esta elección no solo pondrá a prueba la resistencia de los partidos de derecha y el atractivo de la izquierda; también definirá si los independientes pueden superar la sombra del oportunismo para convertirse en una verdadera opción de cambio. El contexto actual es una encrucijada para Colombia, una oportunidad de redirigir el país hacia una política que realmente represente los intereses de los ciudadanos. En una democracia que se tambalea entre promesas incumplidas y la perpetuación de los mismos vicios de siempre, el 2026 se perfila como una prueba decisiva para la madurez política de Colombia y la capacidad del pueblo para exigir un cambio auténtico.


Por Silverio Jose Herrera Caraballo

Abogado, comunicador, asesor, consultor, analista e investigador en seguridad, convivencia ciudadana y orden publico


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