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La gesta del 12 de Octubre dia de la Hispanidad y la deconstrucción del espíritu nacional

Actualizado: 8 ene


La gesta del 12 de Octubre dia de la Hispanidad y la deconstrucción del espíritu nacional

Pocos días después de haber comenzado las celebraciones del 12 de octubre, el día del descubrimiento de América, una de las mayores gestas civilizatorias realizadas por la civilización occidental, auspiciada por Sus Majestades los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Es difícil sacar de mi mente cómo, de una forma tímida y encubierta, nos han manipulado para alejarnos de estos discursos de grandeza y heroísmo, que forman parte de nuestro pasado. Han transformado la historia, dejando de celebrar estas fechas, y a través del discurso y de una ideología, las han convertido en símbolos vergonzantes o les han dado otros significados. No es equivocado celebrar el mestizaje o hitos de las civilizaciones precoloniales o prehispánicas, pero tampoco podemos entrar en un maniqueísmo casi tautológico, ya que no se puede negar la mitad de nuestra historia. A unos pocos no les interesa celebrar estas gestas, lo que resulta en una nación cada vez más falta de espíritu nacional o de un mito fundacional que nos permita unirnos como nación y avanzar de una forma más homogénea hacia el futuro. Esto da como resultado el individualismo que impera en nuestra nación en estos días y que, a la postre, se transforma en la corrupción o en el típico "sálvese quien pueda."


En 1504, como último pensamiento de la reina Isabel la Católica, plasmado en su testamento, se refirió a los indios de la siguiente manera: "No consientan ni den lugar a que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, más bien manden que sean bien y justamente tratados." Este es uno de los primeros ejemplos de la preocupación de los monarcas hispánicos por los súbditos de estas tierras. Siguiendo la tesis inicial de esta columna, que la historia de una nación es un conjunto de hechos que, tanto los buenos como los malos, están destinados a engrandecer el ideal nacional, no podemos olvidar el destino de los habitantes primigenios en las colonias británicas o por los mismos Estados Unidos, que vivieron casos de segregación o matanzas por las cuales no se siente la vergüenza que se siente en Latinoamérica o en la misma España por los hechos sucedidos en la conquista y la Colonia.


La propuesta de tomar el 12 de octubre de 1942 como mito fundacional es la idea de un nostálgico de un imperio donde no se ocultaba el sol, de una historia compartida por un gran número de países donde se encuentran gestas que deberían ser celebradas, como el sitio de Cartagena por los ingleses, que fue defendido heroicamente por Blas de Lezo, el Milagro de Empel, la Batalla de Lepanto, entre otros importantes capítulos de la historia que compartimos con varias naciones. Sin embargo, esta es una propuesta que podría tomar hechos más propios y cercanos de nuestra historia con el único fundamento de unir a esta nación carente de espíritu nacional.


Una crítica a la unidad nacional


Analizando el caso colombiano, es evidente pensar que el sentimiento nacional tiene una dificultad mayor para materializarse, debido a los más de 50 años de conflicto armado interno y al gran flagelo del narcotráfico. Esto ha llevado al predominio del individualismo como tesis nacional debido a la vergüenza o miedo de expresar una idea de unidad de un espíritu identitario. Sin embargo, existen casos de potencias extranjeras como Estados Unidos o el Reino Unido, que se han recuperado de episodios poco agradables de su historia, como el tráfico del opio y las bombas atómicas, sin que su identidad nacional se vea afectada. Estos son ejemplos que en Colombia no se han tenido en cuenta, ya que se ha optado por avanzar hacia adelante olvidando los ideales nacionales, lo que ha resultado en la incapacidad de identificar hitos o gestas que nos unan como país. En la práctica, la unidad nacional se ha reducido a banalidades como el fútbol o los reinados.


Esta tesis cobra relevancia en esta época electoral, ya que es complicado encontrar un movimiento político que tenga un discurso de prosperidad nacional o de unidad. Con el tiempo, las elecciones se han convertido en un comercio de personalidades en lugar de ideas. Como ha señalado el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, hemos estado eligiendo a no políticos que intentan conquistarnos con tesis electorales utilizando estrategias de marketing, llegando a nuestras emociones y tratando de convencernos de comprar un producto. Este ejercicio se ha convertido en una suerte de "no-elecciones," donde se miden la popularidad de las personas, dando como resultado productos que intentan ser comprados, en este caso, los electores.


Slavoj Žižek enmarca esto como la proliferación de productos vacíos, con envolturas vistosas que prometen cambios ideales, pero en sustancia ofrecen poco o nada, resultando en una falta de ideología. Este fenómeno se puede ejemplificar con el caso de Polonia, donde el movimiento Solidaridad, con tesis de libre mercado y apertura de medios, logró acabar con la censura soviética y la economía planificada. Sin embargo, poco tiempo después, los polacos pedían el restablecimiento de las políticas soviéticas, prefiriendo perder libertades a cambio de subsidios. Esto llevó a que el partido comunista volviera a ser el más votado, lo que demuestra que la población ya no busca ideales nacionales, sino un individualismo que satisfaga sus necesidades.


De esta forma, la idea de que los proyectos políticos dejan cada vez más de lado la ideología y la unidad nacional en favor de objetivos personales o inmediatos es una hipótesis que no se puede ignorar. Estas naciones que pierden su identidad por miedo a reconocerse e identificarse y encontrar su papel en la historia es el sinsentido de la política actual. Para qué crear un movimiento político nacional si solo beneficiará a unos pocos. La realidad de Colombia es la falta de un espíritu nacional.


El bipartidismo concentra el fin del debate político en Colombia


Otro mal del que sufre Colombia es que sus políticos están anquilosados en viejas estructuras de poder que se remontan al Frente Nacional. Esto ha resultado en una división de los puestos de poder en las estructuras políticas creadas en ese momento, lo que llevó al nacimiento del bipartidismo concentrado. Hasta principios del siglo XXI, este sistema se rompió a través del gobierno de un candidato que no formaba parte de la élite tradicional de la capital, Álvaro Uribe Vélez.


Este bipartidismo anquilosado en nuestra vida política ha hecho que los nuevos liderazgos políticos sean cada vez más difíciles de encontrar y que las juventudes de los partidos existentes sean trampolines para candidatos respaldados por monarcas regionales. Esto ha llevado a dejar de lado las ideas y a la falta de renovación del discurso. Si todos van a terminar con un puesto en algún órgano, ¿por qué un político debería crear una doctrina o comprender los problemas de la sociedad que pretende gobernar?


Muchos de estos males se han trasladado a nuestros días. La visibilidad de los candidatos independientes en los medios tradicionales es nula, la burocracia para crear un partido político o lanzarse a una elección es imposible para las personas comunes y la falta de renovación política, fruto del Frente Nacional, ha llegado hasta nuestros días, manteniéndose en dos tesis personalísimas que no hace falta mencionar.


El centralismo absoluto como única forma de controlar el país y la dificultad de encontrar un mito fundacional que haga que una persona de Bogotá se sienta colombiana al igual que alguien de la costa o los llanos, han hecho prácticamente imposible gobernar desde el centro a través de una burocracia cada vez más ineficiente. Esto ha dado como resultado que el Estado desaparezca en las regiones debido al temor de los políticos tradicionales a perder el poder que ostentan.


Reflexión final


Colombia debe superar esta vergüenza histórica, que se arrastra desde la época del narcotráfico. Debe reaprender su historia, encontrar un mito o un símbolo que nos una como colombianos y enfrentar los retos que se presentan en el futuro nacional. También debe abrir espacio para un nuevo ideario político, dejando atrás las tesis anquilosadas del Frente Nacional, para generar nuevos liderazgos políticos. Por último, debe superar el centralismo que ha llevado al desgobierno en las regiones alejadas.


Columa de Opinión

Jorge Luis Téllez Báez

Abogado Especialista en Derecho administrativo

Profesional en Gobierno y relaciones internacionales


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