Los puntos principales de la teoría política del filósofo John Locke (1632-1704) descansan primeron 1), sobre el entendimiento de la naturaleza humana es decir sobre el origen del conocimiento, y segundo 2), sobre los modos organizativos de una sociedad política como expresión plena de la libertad individual defendida por el autor.
En su célebre ensayo “Sobre el entendimiento humano” (1695), inicia con la critica al Innatismo, una doctrina filosófica no muy extendida de su tiempo. Básicamente Locke niega la existencia de ideas innatas o preconcebidas, entrelazándolas de forma equivoca con el consentimiento universal, es decir, aquellos postulados o principios, especulativos y prácticos, buscando una permanente solución nominalista a los interrogantes.
Para Locke todas las ideas que fecunda nuestro espíritu son por medio de la experiencia (no en vano es uno de los exponentes del empirismo), que se divide en dos, una externa, que se procesan las ideas de cualidades o de características de los objetos y una interna es decir de nuestras capacidades psíquicas que nos otorga facultades propias como el pensar, reflexionar, dudar, etc.… En todo este proceso filosófico, su tesis siempre será la defensa de la esencia nominal o particular que es el conjunto de cualidades que posee una cosa para ser señalado por un nombre, en rechazo a la esencia real (defendida por la filosofía Aristotélica) de cada objeto constitutivo o intrínseco que lo hace conocido por sí mismo.
Esto último es de capital importancia, por cuanto la manera que el Locke construirá su enfoque tanto analítico como metodológico, justificará aspectos de la misma esencia humana plasmados por causalidad externa y por pleno absoluto de la razón, reduciendo algunas verdades a un saber contingente.
La pregunta central entonces es ¿De dónde surgen las ideas generales de su universalidad? La respuesta que brida Locke es apelando a la capacidad de abstracción de la razón humana, separando la idea de la unidad como fundamento de la semejanza individual, es decir, no hay verdades universales, solo hay objetos particulares con nombres, por tanto, solo la razón llega hasta donde el punto de comparación le determine para asimilar la diferenciación. Puesto que para este filosofo la razón es garante única del entendimiento de la ley natural, deberá por principium individuationis, recurrir a Dios como agente subsidiario, contigente o secundario, que proporciona el objeto externo con la representación mental.
La condición natural del hombre es la libertad, dice Locke, y eso conlleva a equiparar la ley divina en la ley natural con la voluntad, que es ley de la razón, por tanto sus acciones morales le permite distinguir que consecuencias obtendrá, pero también el consentimiento individual para constituir la sociedad civil y por ende la organización política. Lo anteior por incertidumbre del propio cuidado, prefiere delegar al Estado su seguridad como preservación de paz, que garantice su vida, libertad y sus posesiones materiales. Como vemos las tesis de Locke son netamente liberales, comprendiendo a los individuos como meros entes de razón, que conviven en sociedad por un contrato social y que sustenta su conocimiento en una nociva solución nominalista, es decir, reducciendo a Dios a un ser contingente.
El primer error fundamental, es negar la existencia de los Principios Universales, por cuanto niega por excelencia los cimientos plenos de la existencia, de la razón y del orden, que por caracterización humana intuye de manera diaria, la composición de la lógica y la matemática depende mucho de estos principios, también el orden a nivel universal. No es capricho que el Principio de Identidad nos permite identificar la sustancia, el Principio de No Contradicción concluye que no puede coexistir un antagonismo en el ser como unidad y de estos dos se puede explicar el Principio del Tercer Excluido.
La razón es una condición inherente del hombre, pero no es solamente participativa de su proceso natural ni social, no posee ese aspecto sobrenatural ni tampoco es un extremo individual, la libertad no es sublime, por tanto la misma existencia del Estado no es algo de mero consentimiento, ni tampoco es suficiente que exista un contrato social. Incluso Locke acepta que no siempre la razón gobierna a los hombres por cuanto se ven cegados por sus propios intereses, la falta de imparcialidad en la toma de decisiones y la prolongación de la injustica en todos los niveles sociales es prueba de que la razón no es garante de un correcto funcionamiento social por tanto el tan defendido contrato social por la nefasta democracia liberal se queda si sustento.
Se debe precisar que la persona humana es causa material de la sociedad, su aspecto ontológico le permite ordenar su vida, pero solamente en comunidad, por tanto, la sociedad es un ente de relación, que supone equilibrio en la medida que se tienen apegos de identidad cultural, se defienden los lazos familiares, los ambientes de desarrollo y el ejercicio de su libertad dentro del respeto natural del hombre, esto nos llevara a entender que la organización política debe tener un sistema orgánico donde todos los ciudadanos tenga voz desde sus bases sociales, económicas, profesionales, etc.….
El problema principal del sistema liberal con su extrema individualización recae principalmente en que la organización política solo puede darse dentro de la representación, creando así una camarilla de dirigentes aburguesados que ostenta en teoría la voz de sus electores pero que en la practica simplemente desconocen la realidad de su gente. Es básicamente la situación de Colombia, todo nuestro sistema esta sustentando en unas instituciones liberales que en sociedad se regula por un contrato social pero que no han caracterizado el sentir de nuestra identidad nacional.
Claro está, que la solución no se encuentra tampoco en la extrema colectivización como lo pretenden los socialistas desapareciendo a la persona humana como tampoco de la burocratización del aparato estatal generando un abismo sociopolítico como lo sueñan los progresistas. Requerimos un dialogo permanente entre Estado y sociedad para lograr sistema de productividad corporativa, de entrelazamiento orgánico y de identitarismo que coseche la estabilidad para el futuro de las próximas generaciones
Si de verdad queremos replantear el sistema sociopolítico del país, primero debemos replantear las tesis filosóficas que le dan sustento a dicho sistema, solamente en una superación de la decadente modernidad es que podemos lograr un retorno al hombre metafísico, al hombre tradicional, al hombre de origen, al hombre que busca comprender la universalidad a pesar de sus limitaciones materiales.
Opinion,
William S. Rojas R.
Analista Político y de Prensa
Estudios en Filosofía, UNAD.
Director General de La Reacción
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