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LA DESMOTIVACIÓN EN LAS FUERZAS ARMADAS: LA HERIDA OCULTA DEL GOBIERNO PETRO.

Silverio Herrera

En las últimas décadas, las fuerzas armadas y la Policía Nacional de Colombia han sido un pilar fundamental en la defensa del país ante las amenazas de grupos criminales, insurgentes y narcotraficantes. Sin embargo, en los últimos meses, se ha evidenciado un preocupante fenómeno: un número creciente de oficiales subalternos está optando por su retiro, motivado no por la conclusión de sus carreras sino por una desmotivación creciente y una falta de moral alarmante. Este fenómeno tiene sus raíces en la política del gobierno del actual mandatario (los que solo les han facilitado a los terroristas su reorganización y expansión en todo el país), quien, en su búsqueda de una "paz total", ha priorizado concesiones a los actores armados ilegales, desatendiendo las necesidades y el sacrificio de quienes realmente han estado en la primera línea de fuego.


La idea de una "paz total" es, que se ha convertido en su talón de Aquiles; sin duda, un objetivo loable en el papel, pero la implementación de esta política bajo el mandato del presidente Petro ha sido cuestionada en múltiples frentes. Las prebendas otorgadas a exguerrilleros y terroristas, bajo el manto de acuerdos de paz o procesos de rendición, han dejado un sabor amargo en las fuerzas armadas y la Policía Nacional. Mientras aquellos que alguna vez atentaron contra el Estado parecen beneficiarse de la política gubernamental, los agentes de la ley, que han puesto sus vidas en riesgo, no solo sienten que sus sacrificios son ignorados, sino que además ven cómo sus derechos y reconocimientos son minimizados.


Esta desmotivación en las fuerzas armadas y falta de moral no es un problema exclusivo de la Policía Nacional. Aunque ha sido más evidente en este cuerpo, el malestar se extiende también a las fuerzas militares (ejército, armada y fuerza aérea). La razón es clara: mientras el presidente Petro insiste en que los diálogos con grupos armados llevarán a una "paz total", el panorama que viven los hombres y mujeres en uniforme es muy distinto. Los ataques de estos grupos continúan, las bajas se siguen acumulando, y los oficiales subalternos, quienes suelen ser los primeros en la línea de combate, son los que más sufren las consecuencias de esta disonancia entre el discurso oficial y la realidad en el terreno.


El descontento también proviene de la percepción de que el gobierno ha desviado su atención hacia quienes alguna vez para él, fueron enemigos del Estado, pero que en realidad lo son y seguirán siendo. olvidando a quienes han trabajado incansablemente por la seguridad de la nación. En lugar de recibir respaldo y apoyo, los oficiales en las fuerzas armadas y la Policía Nacional sienten que son relegados a un segundo plano, mientras los excombatientes reciben oportunidades y beneficios. Esta situación ha sido descrita por muchos como una traición, especialmente para aquellos quienes hemos perdido compañeros en combate y que ahora ven cómo los mismos grupos que una vez combatimos parecen no solo estar siendo, sino que son premiados. (caso Calarcá y firu, hoy gestores de paz)


El retiro temprano de los oficiales subalternos no es solo una señal de desmotivación, sino también un síntoma de una crisis más profunda en la moral de las fuerzas. La falta de reconocimiento, el desgaste psicológico de años de lucha sin un respaldo real, y la sensación de que sus sacrificios son en vano, han llevado a muchos a tomar la difícil decisión de abandonar sus carreras.


La "falsa paz total" promovida por el presidente parece más un espejismo que una realidad alcanzable. Mientras el mandatario continúa aferrado a su visión romántica y soñadora de un país reconciliado a través del diálogo con actores armados, las fuerzas armadas y la Policía Nacional se sienten cada vez más desconectadas de esta narrativa. El país sigue enfrentando ataques, secuestros y extorsiones, y aquellos que deberían ser reconocidos como los verdaderos defensores de la paz son quienes, irónicamente, cargan con el peso del olvido.


En conclusión, la problemática que enfrenta la Policía Nacional y las demás fuerzas armadas ante el retiro masivo de oficiales subalternos no es solo una cuestión de política laboral. Es el reflejo de un gobierno que ha decidido priorizar una narrativa de paz que, hasta el momento, solo ha beneficiado a los enemigos del Estado, dejando en el camino a quienes han dado todo por su país. Mientras el presidente Petro siga en su afán de lograr una paz total basada en concesiones unilaterales, la moral y el compromiso de las fuerzas seguirán decayendo.


Recuerdo que aun estando en la escuela militar leí un texto que reza: “Al soldado en la guerra, se le premia y felicita, le llenan su pecho de medallas. En la paz, se le investiga, juzga, acusa y condena injustamente, llevándolo a una oscura mazmorra donde se deja olvidado…”   hoy, parece tomar sentido el texto, esa es la realidad actual de nuestras fuerzas armadas. Contrario sensu el final ese enemigo que combatimos, por el que muchos estamos hoy con alguna discapacidad y muchos dieron su vida, ellos son premiados.


Mi más absoluto respeto y admiración a los señores oficiales del Ejército nacional Jesús Armando Arias Cabrales, Alfonso Plazas Vega, Jaime Humberto Uzcategui, Publio Hernán Mejía y a todos ellos y a los miles de militares y policías, héroes de la patria, que algún día fueron encausados injustamente, hoy el estado que defendieron les ha dado la espalda, Pero,  Dios y la patria nunca los olvidara.   



Columna de Opinión

Silverio José Herrera Caraballo

Abogado consultor en seguridad, convivencia y orden público


La toma de la base militar de las delicias

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