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La crisis en la aviación militar colombiana

La crisis de la aviacion militar colombiana

En los últimos meses, el país ha sido testigo de un preocupante incremento en los accidentes de helicópteros tanto en el Ejército como en la Fuerza Aérea, con trágicas pérdidas de militares fuera de combate. Estos incidentes no son solo consecuencia de la fatalidad, sino de la negligencia estructural que rodea el mantenimiento y la operatividad de los equipos militares. A medida que los recursos para la defensa han sido reducidos, y los presupuestos para el mantenimiento de aeronaves han disminuido de forma alarmante, los helicópteros, pilar esencial para las operaciones militares y humanitarias, han quedado en un estado de deterioro crítico. Aquí es donde se cuestiona la responsabilidad política del gobierno de Gustavo Petro y la actuación del Ministerio de Defensa.


Un recorte con graves consecuencias: La reducción de los recursos de la defensa ha sido una política deliberada del gobierno actual. El presupuesto asignado para el mantenimiento de las aeronaves de las Fuerzas Armadas ha sido significativamente limitado, afectando de manera directa la capacidad operativa de los helicópteros, que requieren un cuidado técnico riguroso para garantizar su funcionamiento seguro.


La crisis en la aviación militar colombiana con las fuerzas militares han denunciado una y otra vez la falta de piezas de repuesto, la demora en las revisiones técnicas y la imposibilidad de realizar entrenamientos adecuados para los pilotos y técnicos. La combinación de estos factores ha derivado en un escenario desolador: aeronaves que no cuentan con las condiciones mínimas de seguridad para operar, lo que, de manera trágica, ha ocasionado accidentes mortales.


La responsabilidad política del gobierno: El gobierno de Gustavo Petro ha adoptado un discurso populista que, paradójicamente, parece buscar el desmantelamiento progresivo de las Fuerzas Armadas bajo el pretexto de priorizar el gasto social. Si bien el enfoque en inversión social es importante, resulta inconcebible que se descuide la seguridad nacional, ya que las Fuerzas Armadas son esenciales no solo para el control territorial y la lucha contra los grupos ilegales, sino también para operaciones de rescate y apoyo humanitario en zonas de difícil acceso.


Es aquí donde el Ministro de Defensa, Iván Velásquez, ha sido denominado por algunos críticos como el "agente liquidador" de las Fuerzas Militares. Su gestión se ha caracterizado por una falta de voluntad para fortalecer a las instituciones castrenses, sumándose a una política general del gobierno que parece ver a los militares como un obstáculo para sus objetivos políticos. La negligencia administrativa en la asignación de recursos ha dejado a los pilotos y soldados expuestos a riesgos evitables, y las recientes tragedias en los helicópteros son una muestra clara de esta irresponsabilidad.


Además de la tragedia que supone la falta de mantenimiento en los helicópteros, se está ignorando la necesidad crucial de mantener la capacidad de respuesta militar aérea en su nivel más alto. Las Fuerzas Militares y la Policía Nacional dependen de su potencial aéreo no solo para operaciones de transporte, sino como una herramienta vital en la lucha contra los grupos subversivos. El único bombardeo realizado bajo el actual gobierno fue prueba contundente de la efectividad de la respuesta aérea en la lucha antisubversiva, demostrando que, cuando se utilizan los recursos adecuados, se pueden obtener resultados positivos.


Sin embargo, esta operación aislada parece haber sido más un evento accidental que parte de una estrategia sostenida. En un país donde los grupos armados ilegales continúan su expansión, el potencial aéreo defensivo es una necesidad estratégica, no un lujo. La capacidad de ejecutar bombardeos, de movilizar tropas rápidamente y de realizar tareas de vigilancia aérea es fundamental para mantener el control territorial y la estabilidad. Esta capacidad no puede verse comprometida por decisiones políticas que descuidan la defensa nacional, ya que el costo de esta desatención se refleja directamente en la inseguridad y en el crecimiento de las amenazas internas.


La aviación militar no es solo un elemento disuasivo, sino un componente esencial de la defensa del Estado, que permite anticipar y neutralizar a los enemigos de la paz y el orden. Desmantelar o debilitar esta capacidad es condenar al país a una posición vulnerable frente a los grupos que buscan desestabilizarlo. El gobierno intergaláctico del cambio, al reducir los recursos destinados a la aviación militar, está jugando con la seguridad de la nación, y la historia nos ha enseñado que cuando el Estado pierde su capacidad de respuesta, los enemigos de la democracia ganan terreno, mientras en el país de la realidad, cada día que pasa lo observamos cada vez más sumido en la desesperanza, pero aun así hay quienes como las focas aplauden mientras caen al agua para ser devoradas por tiburones y ballenas. Faltan 22 meses para que cese la horrible noche.


Opinion CT. ® EJC. Silverio José Herrera Caraballo

Sección La Ventana del Veterano y la Reserva Activa

LA REACCIÓN PRENSA

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