La constitución de un país se considera como la herramienta con la cual se fijan los límites efectivos al poder en beneficio de la población civil. De esta forma, se reconocen derechos fundamentales inalienables. De una forma u otra, la constitución siempre ha sido un límite al gobernante de turno. De esta forma, la propuesta del presidente de Colombia de modificar la constitución genera un conflicto con el orden constitucional vigente, dando como resultado la creación de un órgano extraordinario que estaría por encima de los controles constitucionales, algo extremadamente peligroso si la propuesta viene del gobierno actual.
La carta constitucional es la ley fundamental de una nación, la cual tiene como objetivo regir el destino de todo un país, trazando las líneas fundamentales de este, como por ejemplo cómo va a ser la organización pública, los derechos fundamentales respaldados o garantizados por el Estado, los periodos de elecciones populares, entre muchos otros aspectos que hacen que en la mayoría de las naciones la carta magna o constitución sea la ley más primordial del país. Habiendo constituciones que en 300 años no han sido reformadas o que tan solo tienen unos pocos cambios debido a la importancia y lo delicado del tema.
Ya que para los demócratas de un país, una constitución es uno de los elementos más importantes y su reforma tiene que ser hecha con el mayor cuidado y las precauciones más extremas, ya que para cualquier gobierno democrático, hablar de asamblea nacional constituyente puede ser como abrir una caja de Pandora donde todos los males y miedos de una nación pueden exponerse y quedar a la vista. Por eso, solo en gobiernos con un extremo consenso y una necesidad de cambio generalizada en la población civil se puede hablar de asamblea nacional constituyente, ya que en otros escenarios podría ser una quimera o un peligro que podría desestabilizar los cimientos de la nación.
El hoy presidente Gustavo Petro Urrego ha demostrado su irracionalidad al proponer una asamblea nacional constituyente, no porque esta constitución sea perfecta y no necesite cambios, sino por lo extremadamente complicado que le ha sido al presidente llegar a acuerdos. Plantear una acción de este tipo con medio país como opositor es una jugada peligrosa no solo para él, sino para la estabilidad de la república. De la misma manera, plantea una ilegitimidad a su gobierno, ya que literalmente se escribió en roca que este gobierno no plantearía una constituyente. Pero no es de sorprender otra promesa rota de este gobierno.
Es difícil adivinar las intenciones del gobierno nacional con esta postura. Según el gobierno, es para desarrollar lo que los poderes en 30 años no han podido desarrollar, pero los tópicos planteados son tan transversales como generales. De este modo, se podría modificar la constitución completamente sin cambiarle el nombre, una jugada que sería propuesta para no generar pánico.
Reflexiones de una constituyente
Después de hacer un análisis general de la situación, ahora es importante hacer reflexiones sobre una eventual asamblea nacional constituyente en Colombia como un ejercicio más de reflexión que académico. El primer punto que me gustaría tocar ¿es necesario una asamblea nacional constituyente para crear una nueva constitución como lo indica hoy el presidente de Colombia? Hoy en día se ha visto que existen mejores mecanismos a la hora de crear una constitución que una asamblea nacional constituyente. Es importante recalcar que el término "asamblea nacional constituyente" es un término que puede encubrir gran variedad de situaciones donde esta puede ejercer un poder sin control y sin ningún contrapeso. Pero existen escenarios donde la asamblea nacional constituyente no utiliza el poder como una máquina sin ningún control, sino que existen otras instituciones con las que comparte el poder, ejemplo en el caso de Sudáfrica donde la Corte Constitucional le puso unos lineamientos a la asamblea que tenía como misión reformar la constitución, donde la misma Corte rechazó el proyecto de constitución presentado porque no cumplía los lineamientos presentados.
Es importante aclarar el rol de la constitución a la hora de proteger derechos fundamentales. Es importante recordar la experiencia del siglo XX, donde legisladores a golpe de pluma borraron libertades conseguidas después de muchos años. A razón de esto existe una carta constitucional donde cualquier disposición de pueda evaluar a son de los derechos fundamentales que en esta reposan, dando como resultado que si existe una modificación constitucional en este panorama de incertidumbre con un órgano supra legal sin limitaciones como sería la asamblea constituyente planteada no se sabría qué derechos fundamentales quedarían respaldados, siendo un peligro una caja de Pandora como anteriormente se mencionó.
Un ejercicio de legitimidad
Retomando la historia de la constitución del 91, esta nace de un movimiento independiente ciudadano que vio la necesidad de reemplazar la constitución de 1886. De esta manera, a través de una petición del constituyente primario a sus fuerzas gobernantes, nace la asamblea muy distinta a lo planteado hoy en día, ya que la tesis del gobierno es que un movimiento que no es nacional, que no tiene legitimidad, convoque un instrumento que va a modificar o cambiar el texto que tiene que regir el destino de Colombia los próximos 30 o 40 años.
La tesis del texto no va en contra de una asamblea constituyente, pero sí de la forma en que fue convocada en el momento en que está el país, ya que puede pasar lo planteado por Yuval Noah Harari, en su libro sobre las 21 lecciones para el siglo XXI, señala un aspecto fundamental para entender las protestas sociales y la utilización de mecanismos plebiscitarios ante la fácil manipulación de las masas en la era digital. Según el autor, las personas ya no votan a favor o en contra de ideas, sino de sentimientos. El debate actual no está en las cabezas o corazones, sino en las vísceras. De esta manera, en un país tan polarizado es imposible que una constituyente se mantenga en el plano de las ideas no más si no que va a ser un debate muy visceral.
Un gobierno que en sus inicios vociferó en todas las formas posibles que reformar la constitución era algo que no tenía en mente, que no se realizaría, que se firmó en piedra que sería una quimera cualquier reforma constitucional, no tendría ninguna legitimidad para comenzar a socializar entre la población civil un cambio constitucional, ya que es de un carácter primordial la participación del constituyente primario en todas las fases de este proceso desde la socialización, la elección del órgano rector, hasta la aprobación final del texto constitucional. En el diablo están los detalles de esta manera también como un punto necesario a aclarar sería cómo se van a elegir los honorables asambleístas, cuál fórmula mostraría mejor las preferencias de la sociedad actual, ya que es un ejercicio algo complicado. En un país tan polarizado, ¿qué composición tendría la legitimidad necesaria para que la asamblea demostrara las necesidades del país?
La solución a los problemas del país
La asamblea constituyente tal vez no sea lo primero que se tiene que pensar, existen otras medidas que se pueden tomar para buscar soluciones a los problemas nacionales. Dejar de pensar que Colombia es una ficción homogénea y darle más libertad a las regiones, ya que como se vio en el estallido social se han visto problemas que necesitan soluciones de índole regional, municipal que no pueden venir de la capital. Como refuerzo de lo anterior y para que los sentimientos y el levantamiento social no sean en vano, resulta clave activar cabildos abiertos. Este mecanismo constitucional poco utilizado, y que se contempla en la Constitución de 1991, permite racionalizar los sentimientos en soluciones y obliga a las Gobernaciones y Alcaldías a tomarse en serio las demandas de la ciudadanía en acciones concretas.
A partir de estos foros, pueden salir agendas, compromisos o planes de visión a corto, mediano y largo plazo que permitan a la ciudadanía monitorear su cumplimiento. De fracasar estos mecanismos, la ciudadanía podría volver a la movilización social o castigar por medio del voto a sus representantes y a los partidos políticos en elecciones futuras.
En conclusión
El debate en torno a la propuesta de una asamblea nacional constituyente en Colombia es complejo y multidimensional. Si bien es cierto que la constitución de un país es una herramienta fundamental para garantizar los derechos fundamentales y limitar el poder gubernamental, su reforma debe abordarse con extrema precaución y consenso. La convocatoria a una asamblea constituyente plantea desafíos significativos, especialmente en un contexto polarizado como el colombiano, donde los sentimientos pueden prevalecer sobre el diálogo racional. Además, es esencial considerar alternativas como la activación de mecanismos constitucionales poco utilizados, como los cabildos abiertos, para abordar los problemas y demandas de manera más inclusiva y participativa. En última instancia, cualquier proceso de reforma constitucional debe garantizar la legitimidad, el respeto por los derechos fundamentales y la estabilidad democrática del país.
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