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Foto del escritorLa Reacción Prensa

FILOGONIO HICHAMON: Su nombre sigue resonando en la Región Amazónica

Filogonio Hichamon

Filogonio Hichamón Kuegajima nació el 22 de julio de 1959 en el corregimiento de San José, Amazonas, en el seno de la comunidad indígena Miraña, perteneciente a la familia de los Huitotos. En 1978, cumplió su servicio militar como Infante de Marina Regular en el Batallón de Selva de Infantería de Marina en Puerto Leguízamo, Putumayo, integrando la «Flotilla Avispa».


Gracias a su desempeño, recibió entrenamiento especializado como «Comando de Selva», obteniendo el primer puesto en el curso No. 8 y siendo distinguido con la «Dragona» en reconocimiento a su valentía, disciplina y virtudes militares. Fue asignado como orientador en la selva para las campañas de los «Boinas Verdes», rol que desempeñó hasta febrero de 1979.


Posteriormente, Filogonio Hichamon fue seleccionado para el primer curso de Cabos Segundos de Infantería de Marina en la Escuela de Comandos de Selva, donde obtuvo el segundo puesto. Realizó un curso de Inteligencia Militar en la Escuela Técnica de Colonización de La Tagua, Putumayo, que culminó en 1981. A partir de allí, integró la Red de Inteligencia de la Fuerza de Tarea Leopardo, con la misión de infiltrarse en la cuadrilla de Jairo Capera Díaz, cabecilla del Frente Sur del M-19, exintegrante de las FARC, donde también había delinquido.


Filogonio inició su infiltración en una cuadrilla como trabajador en una hacienda ubicada a orillas del río Caquetá, hasta lograr ingresar en la de Capera, quien seleccionaba a los guerrilleros más destacados. Su labor de inteligencia permitió que las Fuerzas Militares siguieran de cerca las acciones delictivas de Capera. Sin embargo, su misión culminó trágicamente el 31 de octubre de 1981 en Peñas Blancas, Caquetá (cerca de Las Delicias…), cuando fue descubierto por un comerciante local que informó a Capera de su verdadera identidad como suboficial de la Armada Nacional.


Antes de su ejecución, Hichamón con gran determinación, desafió a Capera al declarar: «yo hice mi trabajo mejor que usted» y en un último acto de valentía intentó escapar rodando hacia el río Orteguaza. El mismo Capera, ante las palabras del valeroso Hichamón y sin piedad, descargó ráfagas de disparos. El cuerpo de Hichamón fue abandonado junto a su compañero, el Dragoneante Ramírez del Ejército nacional (de quién no se tiene mucha información aún, ver fotos anexas), quien había estado infiltrado junto a él.


La Fuerza de Tarea Leopardo organizó una operación de rescate, enfrentando al M-19 en múltiples combates a lo largo del río Orteguaza.


Finalmente, cinco días después, los cuerpos de ambos fueron recuperados y sepultados en Puerto Leguizamo. Este infante de marina indígena mostró una fidelidad inquebrantable y en su último aliento defendió con honor su misión y su deber. Diez años después, el M-19 ya desmovilizado contribuyó a la redacción de la actual Constitución Política de Colombia, en un esfuerzo por reconciliación y justicia. Sin embargo, persiste la pregunta: ¿Existen hoy garantías de no repetición, justicia y reconciliación genuinas?


Filogonio, quizás, creció escuchando sobre la esclavitud que sus ancestros soportaron en las caucheras del Amazonas. Hoy, la explotación persiste en nuevas formas como la esclavitud del campesino raspachín bajo la coerción de diversos actores armados, quienes claman por la presencia del Estado.


El nombre de Filogonio Hichamón sigue resonando en la región amazónica. En la Tagua, Putumayo, su legado vive cuando el buque que lleva su nombre surca los ríos Caguán, Caquetá y Orteguaza, un símbolo de valor y nobleza. Las tripulaciones, inspiradas por su sacrificio, llevan no solo la bandera de la defensa con la mejor actitud combativa, sino también la misión de apoyo a las comunidades indígenas, colonas y negras de la Colombia profunda.


En honor a su legado y el de otros héroes, la reivindicación de héroes gloriosos como Cándido Leguizamo, Juan Bautista Solarte Obando y Filogonio Hichamón fortalece el espíritu de aquellas unidades que combaten en las selvas amazónicas bajo sus emblemáticos nombres. Con la esperanza de que esas fundamentales unidades sean repotenciadas pues siempre se requerirán esos mantenimientos de todo nivel e integradas siempre por los mejores, las comunidades amazónicas esperan mucho de ellas.


Memoria histórica del rescate en el río caquetá

Comandos Selva Proyecto Manual

El amanecer del 1 de noviembre de 1981 trajo consigo una misión sombría. El cadáver del Cabo Segundo de Infantería de Marina Hichamón Kegajima Filogonio indígena colombiano y del Dragoneante Ramírez del Ejército, asesinados por guerrilleros del M-19, en pleno despliegue de inteligencia militar, aguardaban ser rescatados.


Para cumplir esta misión, se conformó una unidad de comandos de selva, reforzada con un pelotón de fusileros de la Fuerza Aérea, quienes, a bordo de canoas y botes, descendieron las aguas del río Caquetá hacia Peñas Blancas (cerca de Las Delicias...). Este sería el último trayecto que recorrerían con la esperanza de recuperar a sus compañeros asesinados.


A las 11:00 horas, partieron desde la base de Tres Esquinas, internándose en la espesura del río que serpentea entre la densa selva. Poco después del mediodía, ya abajo de Solano, el silencio del río se rompió con el eco de los disparos.


Emboscados por el enemigo, los comandos de selva reaccionaron con rapidez, demostrando una maniobra impecable que les permitió neutralizar a la amenaza sin bajas. Continuaron avanzando, sólo para enfrentarse nuevamente a un ataque poco después. A pesar de las repetidas agresiones, el grupo mantuvo su curso, imperturbable con la mirada fija en su misión.


Pero fue a las 14:00 horas, en las cercanías de Peñas Blancas (cerca a Las Delicias...), donde la emboscada se intensificó. Los comandos de selva se enfrentaron a una descarga de fuego más contundente. Entre las ráfagas de disparos y el rugir de las aguas, el CSIM Calero Fernández y el IMAR Ardila Gómez resultaron heridos.


No obstante, la decisión estaba tomada: sin el número de efectivos ni el apoyo aéreo adecuado, el grupo decidió suspender la misión. La retirada se hizo bajo el amparo de helicópteros artillados de la Fuerza Aérea, quienes resguardaron el regreso a Tres Esquinas. Aquel día, el rescate de los cuerpos quedaba inconcluso pero el objetivo, lejos de abandonarse, se postergaba.


La revancha del 15 de noviembre: un combate a sangre y fuego


Dos semanas después, la misión se reanudó. Ahora, con cinco botes y dos lanchas del Ejército nacional, los comandos avanzaban seguros y preparados. A las 14:00 horas, llegaron a Peñas Blancas (cerca a Las Delicias...) sin contratiempos y tomaron posiciones. Los tres primeros botes, adelantados en formación de "V", recibieron los disparos iniciales y respondieron con fuego intenso hacia la rivera. El enemigo estaba mejor atrincherado y había sembrado campos minados (dónde caminaba población civil?), haciendo de la resistencia un acto audaz y tenaz.


El combate fue feroz, duró unos cuarenta minutos, en los que cada comando libró una lucha no solo por sus vidas, sino por el honor de sus compañeros asesinados para llevarlos a su última morada donde familiares y esa población fiel a la ley y al orden, deseaba despedirlos.

Al frente de la ofensiva, el bote del comandante fue alcanzado, quedando su ametralladora fuera de servicio y resultando herido en el rostro. Solo, con determinación, el comandante utilizó un cohete para romper las líneas enemigas, logrando detonar minas y causar bajas.


En la confusión, los comandos avanzaron, ahora contando con un apoyo aéreo preciso que les permitió arrinconar al enemigo.


Finalmente, tras asegurar la zona y resistir el último aliento guerrillero, los comandos lograron recuperar los cuerpos de sus compañeros. Con la operación concluida, las Fuerzas Militares se retiraron con honor y un impecable trabajo en conjunto, dejando el área con un arsenal capturado que incluía cientos de fusiles y miles de municiones, un fuerte golpe a la guerrilla.


Hombres armados

REFLEXIONES Y LECCIONES

La operación mostró la falta de información sobre las posiciones y número del enemigo, lección que dejó en claro la importancia de una inteligencia precisa y un apoyo aéreo siempre bien coordinado.  Sin embargo, la valentía y destreza de los comandos de selva fueron incuestionables, destacándose en cada acción táctica y en su capacidad de maniobra, incluso bajo fuego intenso.


PREGUNTAS EN LA SOMBRA DE LA OPERACIÓN RESCATE


Aquel noviembre de 1981, el río Caquetá fue testigo de una misión que demostró, una vez más, la voluntad férrea de las Fuerzas Militares colombianas. Los comandos regresaron con un tributo de honor y respeto a sus compañeros caídos, mientras en el país resonaban aún las preguntas sobre la procedencia de las armas y el apoyo clandestino que fortalecía a grupos delincuenciales como el M-19. Preguntas que, tal vez, décadas después, aún aguardan respuesta en la memoria y la historia de la nación.


El desplome de un avión del M-19, cargado de armas, en el río Orteguaza el 22 de octubre de 1981, dejó abiertos muchos interrogantes. Ese Curtiss C-46, secuestrado en la llamada “Operación Aeropesca”, había sido desviado desde Medellín para cargar armas en Dibulla, La Guajira, y, tras fallar en encontrar una pista de aterrizaje, se forzó al piloto a realizar un acuatizaje en el río. Las armas fueron luego transportadas a través de la selva en canoas. ¿Habría el Cabo Segundo Hichamón y el Dragoneante Ramírez (q.e.p.d.) descubierto este tráfico de armas y alcanzado a informar a sus superiores?


Poco después, el 14 de noviembre del mismo año, el ARC Sebastián de Belalcázar hundía el barco Karina, otra embarcación cargada de armas del M-19, en el Valle del Cauca. ¿Era este un intento del grupo insurgente para reforzar su armamento en esa región?


Las Fuerzas Militares de Colombia parecían estar al tanto de estas operaciones de tráfico, logrando impedir que este arsenal impactara tanto a la población civil como a la Fuerza Pública. Pero, ¿de dónde provenían realmente estas armas? ¿Qué países o grupos internacionales facilitaban este flujo clandestino?


Finalmente, en el presente, tras décadas de conflicto, surge la pregunta inevitable: ¿persisten aún estas redes de apoyo a grupos armados organizados? ¿Siguen activas en el segundo semestre de 2024 y aún buscan desestabilizar la nación?


Referencia: en el proyecto de manual del señor Mayor de Infantería de Marina Julio César Carranza, originario del Valle de Tenza, Boyacá. Este documento, entregado como un obsequio de grado a un joven que, en un colegio militar de Cali, Valle del Cauca, recibió la distinción de Brigadier Mayor, inspiró profundamente al lector, motivándolo a ingresar a la Armada Nacional de Colombia, donde alcanzó el grado de Coronel de Infantería de Marina.

Buques de infanteria de marina

Agradecimientos:  Sentidoscomuno@gmail.com


Compilación y reedición de la historia: 

Silverio José Herrera Caraballo

Abogado, Oficial ® Ejército Nacional, comunicador de medios, asesor, consultor e investigador en seguridad, convivencia ciudadana y orden público.

 

ADVERTENCIA AL LECTOR: el objetivo no es otro que honrar la memoria de los héroes caídos, se hace sin apego a los protagonismos, egos o discriminación, es del mayor interés recibir sus comentarios, los invitamos a leer, comentar, suscribirse y compartir.

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