A lo largo de la historia de Colombia, las fuerzas militares y de policía han desempeñado un papel crucial en la defensa de la soberanía y en la protección de la ciudadanía. Dentro de estas instituciones, el soldado, el infante de marina, el marino, el aviador y el policía representan la esencia de lo que significa servir a la patria. A pesar de ser considerados los eslabones más humildes en la jerarquía militar y policial, su valor y compromiso los convierten en las piezas más valiosas de estas fuerzas.
La humildad del soldado se manifiesta en su disposición para cumplir con las órdenes que recibe, sin importar cuán arduas o peligrosas sean. Esta disposición refleja una entrega total al deber, una renuncia a las comodidades personales en favor del bienestar común. En Colombia, esta humildad ha sido una constante a lo largo de los siglos, desde las guerras de independencia hasta los conflictos más recientes. Los soldados han sido siempre los primeros en llegar y los últimos en retirarse, dispuestos a dar su vida si es necesario para proteger a su país y a sus compatriotas.
Sin embargo, su humildad no debe ser confundida con debilidad o insignificancia. Al contrario, la fuerza de cualquier ejército o cuerpo de policía reside precisamente en estos hombres y mujeres que, desde la base de la pirámide, sostienen la estructura entera. Sin su lealtad, disciplina y valentía, las estrategias más brillantes y los comandantes más hábiles no podrían alcanzar el éxito. El soldado, el infante de marina, el marino, el aviador y el policía son quienes materializan las órdenes, enfrentan los peligros y logran los objetivos, convirtiéndose así en el corazón palpitante de la fuerza.
En Colombia, el compromiso de estos servidores públicos ha sido fundamental en los momentos más críticos de nuestra historia. Desde las trincheras de las guerras civiles hasta las misiones de paz en el exterior, pasando por la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, han demostrado una y otra vez que su humildad es la clave de su grandeza. La historia está repleta de relatos de heroísmo y sacrificio, en los que el soldado raso, el infante de marina en la línea de fuego, el marino enfrentando tempestades, el aviador en misiones arriesgadas y el policía en las calles han dado lo mejor de sí mismos por Colombia.
Este valor no sólo se mide en términos de hazañas militares, sino también en el impacto que su labor tiene en la sociedad civil. En muchas regiones de Colombia, los soldados y policías son vistos como protectores y garantes de la seguridad. Su presencia proporciona un sentido de estabilidad y esperanza en comunidades afectadas por la violencia y el conflicto. Estos hombres y mujeres, desde su aparente humildad, forjan con su esfuerzo diario el verdadero rostro de la seguridad y la paz en nuestro país.
A lo largo de la historia de Colombia, las fuerzas militares y de policía han desempeñado un papel crucial en la defensa de la soberanía y en la protección de la ciudadanía. Dentro de estas instituciones, el soldado, el infante de marina, el marino, el aviador y el policía representan la esencia de lo que significa servir a la patria. Muy a pesar de ser considerados los eslabones más humildes en la jerarquía militar y policial, su valor y compromiso los convierten en las piezas más valiosas de estas fuerzas.
La humildad del soldado se manifiesta en su disposición para cumplir con las órdenes que recibe, sin importar cuán arduas o peligrosas sean. Esta disposición refleja una entrega total al deber, una renuncia a las comodidades personales en favor del bienestar común. En Colombia, esta humildad ha sido una constante a lo largo de los siglos, desde las guerras de independencia hasta los conflictos más recientes. Los soldados han sido siempre los primeros en llegar y los últimos en retirarse, dispuestos a dar su vida si es necesario para proteger a su país y a sus compatriotas.
Sin embargo, su humildad no debe ser confundida con debilidad o insignificancia. Al contrario, la fuerza de cualquier ejército o cuerpo de policía reside precisamente en estos hombres y mujeres que, desde la base de la pirámide, sostienen la estructura entera. Sin su lealtad, disciplina y valentía, las estrategias más brillantes y los comandantes más hábiles no podrían alcanzar el éxito. El soldado, el infante de marina, el marino, el aviador y el policía son quienes materializan las órdenes, enfrentan los peligros y logran los objetivos, convirtiéndose así en el corazón palpitante de la fuerza.
En Colombia, el compromiso de estos servidores públicos ha sido fundamental en los momentos más críticos de nuestra historia. Desde las trincheras de las guerras civiles hasta las misiones de paz en el exterior, pasando por la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, han demostrado una y otra vez que su humildad es la clave de su grandeza. La historia está repleta de relatos de heroísmo y sacrificio, en los que el soldado raso, el infante de marina en la línea de fuego, el marino enfrentando tempestades, el aviador en misiones arriesgadas y el policía en las calles han dado lo mejor de sí mismos por Colombia.
El valor real del soldado no sólo se mide en términos de hazañas militares, sino también en el impacto que su labor tiene en la sociedad civil. En muchas regiones de Colombia, los soldados y policías son vistos como protectores y garantes de la seguridad. Su presencia proporciona un sentido de estabilidad y esperanza en comunidades afectadas por la violencia y el conflicto. Estos hombres y mujeres, desde su aparente humildad, forjan con su esfuerzo diario el verdadero rostro de la seguridad y la paz en nuestro país.
Por tanto, es imperativo reconocer que, aunque el soldado sea el más humilde de la cadena, es también la pieza más valiosa de la fuerza. Su labor, su sacrificio y su inquebrantable compromiso con Colombia son el pilar sobre el que descansa la defensa de nuestra nación. Sin ellos, la estructura de seguridad y defensa se vería gravemente debilitada, y con ella, nuestra soberanía y libertad. Es hora de que, como sociedad, valoremos a estos hombres y mujeres no sólo por su humildad, sino por la grandeza de su servicio.
ARTÍCULO ESPECIALIZADO
Por Silverio José Herrera Caraballo,
Abogado, Asesor, consultor en seguridad, convivencia ciudadana y orden público. SARLAFT 2.0.
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