Solo pasa en Colombia. Durante la semana que acaba de pasar, a los viejitos del secretariado de las FARC; sí, esos mismos, a los terroristas que dejó Farc-santos enquistados en el Capitolio Nacional con su falso proceso de pa$ ¿aberrante no? Un grupo de terroristas, genocidas, violadores y reclutadores de niños, narcotraficantes, que nunca dijeron la verdad, hoy son doctores.
La Agencia Nacional para la Reincorporación, en convenio con la Universidad Autónoma de Guerrero, en México, les entrego, léase bien: un doctorado honoris causa en construcción y promoción de la paz. (Con razón México está tan grave en seguridad y orden público) Esto es algo de replay. Doctores antes de pagar por sus múltiples crímenes cometidos contra los colombianos, sin contar la verdad, sin reparar a sus miles de víctimas, cada día que pasa y luego de ocho años desde que se firmó ese extraño proceso de pa$, que no dejó paz, sino una atomización de los grupos terroristas en el país, pasa esto.
Pablo Catatumbo, Pastor Alape, Carlos Antonio Lozada, "Tornillo", Mauricio Jaramillo, otros militantes del M-19 entre otros personajes para variar, fueron merecedores de tal distinción. sí, créanlo, son doctores. Los mismos tienen un sinnúmero de condenas en diferentes instancias judiciales en Colombia, a quienes la JEP, contra todo pronóstico, les imputó delitos tan graves como abusos y esclavitud sexual contra mujeres y niñas al interior y fuera de la guerrilla, desapariciones y confinamientos forzados, entre otras tantas infracciones al DIH, violación a los derechos humanos y muchos más crímenes de lesa humanidad.
Nunca he tenido como jamás tendré algo en contra de la paz, por el contrario, soy un convencido de que Colombia necesita paz, pero una paz legitima, donde las partes digan la verdad verdadera, no las verdades amañadas y concertadas en mesas untadas de mentira y corrupción, como sucedió en La Habana con las FARC, que dejó como resultado la más grande burla al pueblo colombiano, un inmerecido premio Nobel, una proliferación de grupos terroristas y lo más triste, a unas víctimas sin reparación, sumergidas en el dolor y la tragedia a merced de unos gobiernos permisivos con quienes tanto daño le hicieron al pueblo al que decían defender.
Eso pasó en el 2016 y ha seguido pasando en los años subsiguientes hasta la fecha, cuando el actual presidente en su afán desmedido de buscar la paz, no ha hecho más que equivocarse mucho más que todos los anteriores a los que tanto criticó.
Hoy vivimos un conflicto quizás mucho mayor que hace dos años, el tiempo que han ganado en fallidos ceses al fuego, les han permitido su reorganización, rearme y crecer en número cada vez más copando los antiguos y nuevos territorios, todo bajo la anuencia de un estado fallido igualmente sumergido entre la corrupción y los escándalos, así no es.
Columna de Opinión
Silverio José Herrera Caraballo
Abogado consultor en seguridad, convivencia y orden público
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