‘‘Porque queremos que se atienda y satisfaga el general anhelo y no continúe el señor presidente poniendo en uso la táctica de los calamares, aquellos animalitos del océano que al verse perseguidos por su adversario sueltan una tinta oscura y espesa que enturbia el agua transparente del mar, y a favor de esa, manchan y escapan a los ojos que los avizoran.
De análoga manera, el señor presidente, al verse seguido en los actos de su administración por los ojos de los ciudadanos y por la fiscalización de la cámara, suelta en su derredor los mares de tinta de la Imprenta Nacional, envenenados y no exentos de contumelia contra colectividades y hombres, para que entre la sombra que producen las pasiones agitadas y los resentimientos, revividos, entre el tumulto de las recriminaciones y los recíprocos agravios, su mala política se escape, como el calamar, de los ojos que la contemplan y pueda seguir desarrollándose hasta el fin, sin acatamiento alguno el bien público ni a la conveniencia nacional.’’
Lo exponía Laureano Gómez Castro ante el Congreso de la Republica en una de sus tantas y acaloradas discusiones con el entonces presidente conservador Marco Fidel Suarez, publicado en el diario El Tiempo el día 17 de septiembre de 1921, 2 meses antes de la renuncia de este último en noviembre, donde Gómez, como vocero de la extinta Unión Republicana (Unión de Conservadores, Liberales y Republicanos) que disputo la presidencia en 1918 de la mano del Maestro Guillermo Valencia y que perdería contra Suarez, logro encabezar la oposición y dar unas palabras que resonarían en el congreso hasta el resultado de la renuncia de este último.
103 años después, esas palabras dichas por Gómez, empiezan a resonar en mi mente cuando veo día a día la crisis nacional a la que se enfrenta nuestra Republica, donde el presidente Gustavo Petro, asi como Suarez en antaño y la estrategia de los Calamares, empieza a utilizar la tinta de las letras, ahora virtuales, para oscurecer una realidad donde se encuentra él mismo ensuciado por la corrupción, su pasado criminal y las malas decisiones que está tomando como la máxima cabeza del ejecutivo. Pero no se conforma solo con eso, y complementa envenenando a los tumultos de un lado y del otro, para que estos terminen de esconder las grietas sociales que cada día nacen y crecen en nuestro ya inestable país.
La mala recaudación de impuestos, los niveles exorbitantes de saqueo en las que se encuentran las arcas del tesoro nacional, las malas decisiones económicas y tributarias en general, la rotación diaria de ministros y de servidores públicos malos por otros pésimos, la violación dolosa de las leyes y preceptos legales, no solo son el reflejo de un mal gobierno, sino de una pésima oposición.
No mencionare al Centro Democrático, partido hecho por los peores enemigos que ha tenido el conservatismo en Colombia, vendiéndose como lo que no son mediante engaños y personalismos dignos de sectas protestantes, y que son de hecho causantes de muchos de los problemas de hoy, pero esa es otra historia.
Mencionare el hecho de que el partido conservador, mal llamado de oposición, cuando Gustavo Petro tomo posesión como cabeza máxima del gobierno, se convirtió en cómplice de la situación actual como partido de gobierno, y que, hasta el día de hoy, si bien es cierto se ha declarado (tal vez por el mínimo decoro que les queda) como independientes, no ha sido capaz de hablar de oposición al gobierno, sostienen un silencio vergonzante y cómplice.
El mismo Gómez, decía lo siguiente:
‘‘Y cada vez que tomo la palabra, no se aparta ni por un instante de mi mente la consideración de que pertenezco al partido conservador.
Pero ese recuerdo de todas las horas me estimula a seguir la ruta emprendida; porque nuestro partido ha recibido una herencia de gloria, de dignidad y de prestigio que no podemos dejar menoscabar en nuestras manos. Y ante nuestros ojos tenemos el porvenir mismo de nuestra Patria, la felicidad de nuestros hijos, la prosperidad y la dicha futura de la tierra natal.
Colocados asi entre glorias muy grandes y muy puras y responsabilidades, para el porvenir graves y netas, yo no vacilo en proseguir esta obra de desvincular al partido conservador, que tiene como cánones suyos el ciego respeto a la ley, la probidad, la eficacia y el espíritu progresista, de una política de menosprecio a las leyes, descuido y abandono, esterilidad y procederes equívocos, porque sería un error gravísimo que los conservadores, por el hecho de serlo, nos vinculásemos a los yerros y faltas de mandatarios que persisten en transitar tortuosos y oscuros caminos contra la voluntad ya conocida del partido y del país.’’
¿Qué nos espera entonces a nosotros, victimas del gobierno y de sus cómplices, en este camino tortuoso y oscuro que no parece tener luz en el 2026? Somos sino briznas de yerba en las manos de Dios, quiera él salvar la Republica.
Columna de opinión
Eduardo Caycedo
La Reacción Prensa
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