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Foto del escritorLa Reacción Prensa

Cuando el Estado Falla la Nación es lo que Queda

Opinion Jorge Luis Tellez

Desde hace tiempo no me sentaba a escribir una columna, pero en estos días, con el corazón acongojado y la mente más cerca de España que de Colombia, siento que cada historia que escucho en redes sociales me hiela la piel. No puedo quedarme callado. Desde esta lejanía física, me veo obligado a alzar la voz en señal de protesta por aquellos que lo han perdido todo, por quienes deben comenzar de nuevo.


Mi deber moral no se limita únicamente al pueblo valenciano que ha sufrido a causa de la ineptitud de sus gobernantes, sino que se extiende a todos los lectores de estas palabras. Es esencial relatar los hechos de los últimos días como un homenaje a estos héroes, quienes, abandonados por el Estado español, luchan con uñas y dientes por una comunidad que ha perdido todo, demostrando que esas ideas caducas que intentan dividir a la población no han triunfado. El eco resuena: el pueblo salva al pueblo.


Una nación no se define por su lengua, su raza o su territorio. Es una unidad de destino universal. Esa unidad de destino se llama España. Es asombroso ver cómo estas palabras, escritas por José Antonio Primo de Rivera en 1936, cobran un nuevo sentido en estos tiempos. Las pequeñas comunidades se reconstruyen con el esfuerzo de voluntarios que caminan 15 o 20 kilómetros, muchos de ellos atónitos al ver que la presencia del Estado ha llegado con seis días de retraso y, en muchas partes, aún no ha llegado.


El pueblo vitorea consignas que refuerzan la idea de que el pueblo salva al pueblo. Los políticos de hoy se han convertido en burócratas, cada vez más preparados y técnicos, pero se han olvidado del vecino del barrio. Si se hubieran saltado un protocolo por la urgencia de una población en crisis, tal vez la tragedia no se hubiera evitado del todo, pero el saldo final habría sido sin duda menor si el Estado hubiera reaccionado adecuadamente.


Antes de continuar con esta reflexión sobre la situación, es necesario explicar qué es una DANA. Este fenómeno meteorológico, que significa Depresión Aislada en Niveles Altos, ocurre cuando una masa de aire frío se aísla a altitudes de 5,000 a 9,000 metros y choca con el aire más cálido y húmedo del Mediterráneo. Este choque puede dar lugar a tormentas intensas, en las que en pocos días puede llover lo que normalmente se acumula en un año. Con esta breve introducción, comenzaré a detallar la crónica de una tragedia anunciada.


La tragedia se inicia con un resumen de lo ocurrido el 23 de octubre de 2024. La Agencia Estatal de Meteorología emite su primer aviso, seguido de otros el 24, 25 y un aviso especial el 27, advirtiendo sobre la magnitud del desastre. El 29 de octubre, día de la catástrofe, se emite una alerta de peligro extremo, 12 horas después de que cientos de personas perdieran la vida. Fue en ese momento, cuando miles de personas estaban en la calle, haciendo la compra o regresando del trabajo, que una tragedia controlable se tornó incontrolable. La alarma se soltó demasiado tarde.


Es sorprendente, quitando los colores políticos, observar cómo en un país del primer mundo, tras un desastre de tal magnitud, el despliegue del ejército solo se solicita 48 horas después, y 72 horas después, comunidades en Valencia seguían incomunicadas. Tanto el presidente de la Comunidad Valenciana como el presidente del Estado optaron por no intervenir, dejando al pueblo solo, mientras los soldados y cuerpos especializados deseaban actuar, sintiendo una impotencia manifiesta.


Como resultado, surgieron movimientos espontáneos de ciudadanos que comenzaron a brindar ayuda masiva a todas las comunidades afectadas. Muchos de estos ciudadanos llegaron a Valencia con poco más que palas y baldes, dispuestos a ayudar. La pregunta que surge es: ¿es más importante la burocracia estatal que la acción inmediata en situaciones de desastre? ¿Cuánto tiempo tendrán que esperar no solo los españoles, sino cualquier nación, si continuamos confiando en un pacto social que se aleja cada vez más de la realidad? Muchos de nuestros gobernantes parecen más interesados en sus agendas 2030 y sus interacciones globales, olvidando el único propósito para el que fueron elegidos: ayudar al pueblo.


Es triste ver cómo jóvenes y universitarios llegan a pie a las poblaciones más alejadas, superando a los representantes del gobierno. Comenzar debates sobre quién tiene la competencia o quién debería haber actuado antes es ridículo, casi rocambolesco. Las maniobras políticas no pueden costar vidas humanas.


Es increíble que los representantes del gobierno hayan llegado a solicitar que los únicos que están al al pie del cañón, que son los voluntarios, se alejen de la escena del desastre, argumentando que entorpecen el trabajo de los rescatistas y profesionales. Es asombroso que se quiera desplazar la única ayuda que han recibido cientos de familias, todo por el orgullo de una foto, en lugar de plantear esfuerzos mancomunados y coordinados.


Para concluir esta reflexión, quiero dejar constancia de que el verdadero motor de un proyecto nacional es el pueblo. Cuando el panorama se torna más oscuro y los representantes estatales se encierran en sus burócratas, son los vecinos quienes se levantan para ayudar. Recordemos esto en cada ocasión que nos acerquemos a las urnas: el destino de una nación no puede dejarse en manos de burócratas que representan una ficción como lo es el Estado, sino que debe estar en manos de los ciudadanos que construyen y representan la nación.


El fracaso del Estado en momentos críticos revela una verdad fundamental: es la comunidad, el tejido social, lo que realmente sostiene a un país. En tiempos de crisis, es el compromiso y la solidaridad de los ciudadanos lo que brilla con mayor intensidad. Mientras los políticos se enredan en sus agendas, los verdaderos héroes son aquellos que, sin esperar reconocimiento ni recompensa, se lanzan al rescate de sus semejantes. Que esta tragedia nos sirva de lección y nos impulse a exigir un cambio: un cambio que priorice a la gente sobre la burocracia, a la acción sobre la inacción, y a la solidaridad sobre la indiferencia. Al final, cuando el Estado falla, la verdadera esencia de la nación se revela, y es ahí donde debemos encontrar la esperanza.


Para terminar esta Columna dejare unas cuantas palabras en honor a todos los caídos en esta tragedia y a los héroes que están luchando día a día:


Viva valència

Viva el poble valencià

Gràcies


COLUMNA DE OPINIÓN

Dr. Jorge Luis Téllez Báez

Abogado Especialista en Derecho administrativo

Profesional en Gobierno y relaciones internacionales

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