Unidas sobre el Cambio Climático, es la cumbre más importante a nivel mundial en temas ambientales, que aglutina entre otro a la Unión Europea y aproximadamente 197 países. Este importante encuentro establece un marco internacional para abordar el cambio climático, con el objetivo de reducir el calentamiento global y controlar las emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin duda, se trata de un evento de trascendencia internacional tanto para Colombia como para el resto del mundo, y es de particular interés para quienes, con esperanza y optimismo, confiamos en que la COP16 se convierta en un catalizador de políticas y acciones que frenen la devastación ambiental que tristemente afecta a nuestra nación. Selvas, bosques y sabanas están siendo objeto de una deforestación indiscriminada, un ecocidio promovido principalmente por narcotraficantes, y ejecutado por comunidades que son instrumentalizadas por delincuentes para cultivar coca, marihuana y otras plantas utilizadas en la producción de sustancias alucinógenas. Estas actividades no solo fomentan el conflicto armado y social en Colombia, sino que también afectan gravemente la salud y el futuro de nuestros niños, jóvenes y adolescentes.
Es importante aclarar que no albergo ningún sentimiento negativo hacia nuestros pueblos indígenas. De hecho, aprecio, respeto y admiro profundamente la cultura de las comunidades indígenas del Departamento del Amazonas, como los Huitotos, Ticunas, Boras y Yaguas, al igual que a los Arhuacos, Kogui, Wiwa y Kankuamos de la Sierra Nevada de Santa Marta, entre muchos otros.
No obstante, quienes hemos tenido la oportunidad de conocer de cerca el extraordinario Departamento del Cauca hemos sido testigos de cómo un número significativo de indígenas de esta región ha caído bajo la influencia del narcotráfico. Tristemente, muchos de quienes dicen proteger la Madre Tierra son los mismos que, con motosierras en mano, deforestan bosques nativos y talan árboles centenarios para cultivar hoja de coca y marihuana.
Como si este daño no fuera suficiente, estas acciones también implican el despojo violento de tierras a comunidades afrodescendientes, campesinas, agricultores y empresarios que, de manera lícita, cultivan caña de azúcar y otros productos esenciales para la alimentación de las personas en esa y otras regiones. Lo que en su día fueron ingenios y plantaciones prósperas hoy se encuentran abandonados debido al saqueo, abandono y malversación a manos de quienes se identifican como indígenas.
Es paradójico escuchar a representantes indígenas del Cauca, muchos de ellos ligados históricamente a organizaciones como el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), hablar de la protección de la Madre Tierra. Es probable que durante la COP16 se presenten en Cali, proyectando una imagen ante el mundo como defensores de la biodiversidad, mientras que, tras el evento, continúan con la deforestación y la depredación para sustentar sus actividades ilícitas.
Que la COP16 sea un espacio para reflexionar y entender que todos los colombianos, junto con el resto del mundo, tenemos la urgente necesidad de implementar medidas y fomentar una verdadera cultura de protección del medio ambiente.
Columna de Opinión
MG ® EJC. Alberto Sepúlveda Riaño
LA REACCION PRENSA
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